martes, 6 de septiembre de 2011

PARTE 3

Volvió a buscar en su bolsillo el papel de ruta y conforme iba extendiendolo, sintió curiosidad por ver que nuevo camino se había trazado. Comenzaron a perfilarse sobre el papel nuevamente letras, palabras, frases... Dudosa leyó- Como os dije eres una muchacha valiente, cualidad poderosa la que vos poseis. Me alegro que continueis con vuestro viaje, seguid las instrucciones para poder llegar a "La cascada de la verdad" tened en cuenta muchacha que la perfección no esixte así que nunca traeis de buscarla ni exigirla porque no la encontrareis y tampoco os la ofrecerán-

Asi pues Dudosa bajó la vista de nuevo hacia el suelo, la tierra comenzó a temblar y a separarse formandose un caminito de agua. Imaginó de debia seguir el camino y comenzó a andar y andar hasta que el agua empezó a descender sobre un precipicio, se paró, miró hacia abajo y alli estaba la cascada

Observó los alrededores, no sabía que debía hacer ni para que estaba allí asi que vió un cartel y se acercó a leerlo... "Ya habeis llegado a la Cascada de la verdad, espero que vuestro baño sirva para aclararos todas vuestras dudas".

Pero la muchacha padecía de vértigo y por más que miró no vió otra manera que llegar abajo que tirarse.
El corazón comenzó a acelerarse, no paraba de sudar y el cuerpo le temblaba.
Trató de calmarse y se dijo a si misma que ya que había llegado hasta allí y que era la última prueba, no iba a dejar todo para no conseguir más que irse con sus dudas, pensaba que esa última prueba le ayudaría a verlo todo con mas claridad.

Respiró profundamente, se sentó en el filo del precipicio y cerró los ojos. Mientras comenzó a descender, sintió una extraña sensación y abrió los ojos rapidamente. El agua que descendía de la cascado comenzó a tomar forma como si de un tobogan se tratara y dejó de sentir miedo.

Cuando hubo llegado abajo, Dudosa observó maravillada aquel lugar, el agua era pura y transparente. Sobre la cascada podía vislumbrar un arco iris reflejado. El canto del los pájaros daba paz y armonía a aquel lugar en el que tan solo se inspiraba tranquilidad.
Dudosa sonrió admirada por cada hayazgo de la naturaleza que iba observando y decidió bañarse en aquella cascada de ensueño.

Tumbada en aquel agua cristalina, dejó su cuerpo flotar y comenzó a pensar en todas las cualidades principales que necesitaba de Ego, algunas que poseía y otras no.
Sabía que habían algunas imposibles de modificar ni tan solo un poco, pero otras quizás si.
Se preguntó si Ego sería capaz de tenerlas en cuenta y poner algo de su parte. Por supuesto ella pensaba que debía de modificar algunas cosas, puesto que Ego también podría sentirse así. Y al fin al cabo solo quería encontrar un punto en el cual los dos se sintieran agusto, sin dejar de ser ellos mismo, solo necesitaba adaptacion mutua.

Ella lo amaba con toda su alma, no había ni un resquicio de rencor en ninguna de sus discursiones.

Pero el carácter de Ego era diferente, recordaba cada pelea, como si hubiera sido vivida todos los días y lo utilizaba para defenderse en posteriores discursiones,

Ego era muy independiente, a veces demasiado, para ser un hombre casado. A menudo cuando terminaba su jornada laboral se iba con sus compañeros a tomarse una copa de vino, pero siempre acababa entreteniéndose, nunca avisaba a su esposa ni se molestaba en mirar la hora, a veces sin darse cuenta le daban las tantas de la madrugada.

Así que Dudosa se quedaba esperándolo para cenar todas las noches, pero pocas eran las que cenaba con ella, puesto que a veces llegaba tan tarde que se iba a dormir directamente.

Dudosa solo quería pasar más tiempo con él, no le incomodaba que pasara tiempo con sus compañeros de trabajo pero ella quería compartir una parte al menos, no ninguna.

Cada pensamiento iba seguido de otro y otro, y otro... así fue como Dudosa comenzó a pensar que cosas tenía que hablar con Ego, estaba dispuesta a ceder y a cambio quería la misma actitud por su parte.
Estaba convencida que si él no ponía de su parte no iba a permitir adaptarse solo ella. Tenía la total certeza de que si su actitud era tajante y cerrada, eso quería decir que no era el hombre que ella necesitaba, y a pesar de todo lo que le amaba, no iba a aguantar tal situación eternamente.

Dudosa se incorporó y se puso se pie despues de un plácido baño.
En la orilla pudo ver un letrero así que se dirigió hacia él y leyó: “Ahora ya habeis escuchado todas las verdades que os han desvelado vuestro corazón, él os ha dicho todo lo que necesitais y mereceis tener. Ya sabeis que debeis hacer muchacha. Si andais unos pasos y os adentrais en el bosque que hay oculto frente a vos podreis encontrar el medio de transporte que os traera de vuelta, ¡disfrutad del paisaje!”

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