martes, 6 de septiembre de 2011

LA LEYENDA DEL BRUJO SABIDU

PARTE 1
En un pueblo muy lejano en el que las flores tapizaban la tierra dándole aroma a lirio, lavanda y rosas, alli, en la cima del monte más alto, vivia el brujo Sabidu...
Los vecinos del pueblo temía pisar ni tan siquiera los alrededores donde habitaba aquel brujo.
Eran demasiados los comentarios aterradores que dibulgaban, Nadie se atrevía a subir a la cima de esa montaña puesto que decían que todo aquel que subiera, sería maldecido por el brujo y caerían sobre él las peores desgracias. Era considerado el mayor brujo de magia negra que había esixtido.
A las afueras del pueblo vivía Dudosa, una joven de 30 años de cuerpo esbelto, cabellos rizados del color del sol, tez pálida, rostro redondo como una luna llena y mirada dulce del color de la miel. Vivía con su esposo, Ego, en una de las casitas que bordeaban el pueblo.
Dudosa y Ego se enamoraron desde el primer día que se vieron y cuando no había transcurrido apenas un año, era tanta la necesidad de estar juntos todo el tiempo que ambos decidieron casarse.
Ya llevaban algunos meses viviendo juntos y a medida que pasaban los días, Dudosa veía como poco a poco, Ego dejaba de ser el hombre que conoció aquel día.
Estaba perpleja, insegura, no entendía que pasaba, el porqué había cambiado de esa manera. Se acabaron los besos, los poemas de amor, los paseos al atardecer, los abrazos, las caricias, la pasión, la ilusión...
Se sentía como si fuera uno más de los muebles de la casa, como si aunque ella estuviera alli, el no pudiera verla.
El carácter de Ego cambió y no la trataba como antes, no era aquel hombre cariñoso, atento, comprensivo, justo, adulador, generoso, y tolerante que había conocido.
Era tanta la preocupación de Dudosa que decidió ir en busca de la mujer más vieja del pueblo, la que más experiencia de la vida tenía, con la esperanza de encontrar soluciones.
Cuando llegó a casa de la vieja, Dudosa le dijo lo que le ocurría y le suplicó que le ayudara a encontrar una solución para poder lograr que Ego fuera el hombre que era antes.
La anciana, conmovida por las lágrimas de desesperación de la muchacha, trató de calmarla y le dijo que Ego parecía tener una maldición hechada y que si realmente quería que él cambiara necesitaba un conjuro que deshiciera la maldición.
Pero solo había una persona en el pueblo que podía ayudarla, el brujo Sabidu.
La anciana la alertó del peligro que suponía ir en su busca, pero aún así la muchaba insistió en saber donde podía encontrarlo, y antes de que terminara de pronunciar la última palabra, Dudosa salió corriendo en busca del brujo. No pensó en las consecuencias, no sintió miedo, solo pensaba en deshacer el conjuro y recuperar a Ego.
Dudosa camino ansiosa hasta la cima de la montaña casi sin aliento. Cuando hubo llegado levantó la vista y vió a un viejo recojiendo flores del campo, sorprendida se acercó a el y le preguntó...
-¿Disculpe señor sabe donde podría encontrar al brujo Sabidu?- preguntó confusa
-¡Nunca nadie ha osado pisar mis tierras!, yo soy el brujo Sabidu ¿a que se debe su valentía muchacha?- preguntó el brujo.
-Necesito vuestra ayuda y haré todo lo que me pidais- contestó compungida
-Decidme, ¿os han hablado de mí?- dijo el brujo con curiosidad
-SI, señor pero no os tengo temor, os lo suplico, si me ayudais haré lo que me pidais, lo que sea- contestó temerosa
-Sois una joven valiente, es la cualidad más poderosa que podeis poseer, decidme muchacha, ¿En que puedo ayudaros pues?- preguntó el brujo
-Necesito que me ayudeis a deshacer la maldición que ha caido sobre mi pobre esposo- pronunció Dudosa
-¿De que tipo de maldición se trata?- dijo el brujo
-Mi esposo no es el mismo de antes, la maldición lo ha transformado y ya no se comporta como antes, no me trata igual- contestó entre lágrimas mientras continuó relatandole la situación en pronfundidad.

El brujo escuchó atento y callado aquello que la joven le decía. Cuando hubo terminado se quedó pensativo y miró fijamente los ojos de la muchacha manteniendo la mirada. Seguidamente pronunció...
-Me temo muchacha que para poder ayudarte tendrás que emprender un viaje y pasar tres pruebas. Cada una de ellas te dará una pista hasta poder encontrar la solución al problema. Es lo único que puedo hacer por tí ¿Estás dispuesta al reto?- preguntó el brujo
-Desde luego- contestó con firmeza

El brujo extendió su mano y ofreció a Dudosa un papel en el cual había un mapa que le indicaba que caminos debía seguir para pasar cada prueba.
-Muchas gracias señor- dijo la muchacha
-De nada, cuando hayais acabado vuestro cometido volved a verme, os estaré esperando, mucha suerte- pronunció el brujo y desapareció de la nada.

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